Algun lugar de Asturias, 02.AGO.2001:
Cuentan los viejos del mar una historia muy singular que me gustará relatar. Hace mucho, mucho tiempo en un pequeño pueblo de mar tuvo lugar lugar una de las historias más tristes que se recuerda.
Piteto era un joven marinero, hijo de mar, alto, moreno, de ojos oscuros y tez pintada por el sol. Sus manos de pescador eran fuertes, pero tan delicadas como para extraer el anzuelo a una presa sin que esta sufriera daño alguno.
Piteto estaba enamorado, desde su adolescencia, de Illim, una preciosa chica de rubio y lacio cabello, piel rosada y delicadas manos que ocupaban su tiempo en cuidar a su padre, Thor.
Thor y Autum, padres de Illim y Piteto, eran enemigos desde tiempos inmemoriales. Sus familias se enemistaron varias generaciones atrás, por algún motivo que nadie recordaba. Pudo ser una red, o bien el puesto en la lonja de pescado, o tal vez una riña en la taberna, donde los rudos marineros preparaban su vuelta a casa preparando el dia que vendría.
Illim y Piteto habían sido educados en el odio existente entre sus dos familias, desde pequeños escucharon a sus padres esgrimir mil y una críticas sobre la otra familia.
Sin embargo Illim y Piteto se amaban, y aquello era más fuerte que cualquier odio. Conocedores de las acciones de sus padres y temerosos de sus reacciones intentaban verse siempre a escondidas. Sin duda, algo muy dificil en un pueblo tan pequeño.
Las tardes de verano, con el pegajoso calor eran ideales para salir a pasear por la playa… allí dos enemigos se enfrentaban con «te quieros», besos y abrazos.
Illim y Piteto creaban una ilusión en el que sus padres cedían ante el bello sentimiento que ellos profesaban. La realidad era muy diferente.
Cierto día un marinero borracho entró anunciando que la hija de Thor y el hijo de Autum dirimian sus diferencias familiares enlazados el uno al otro como la noche y el día.
Thor fue a buscar a su hija que caminaba de la mano de Piteto en el puerto. Allí reto a este a un duelo a muerte para resarcir el honor de su hija. Piteto intentó dar explicaciones, pero solo recibió un golpe del progenitor de Illim.
Autum hizo anunciar que su hijo y el incompetente de Thor se batirian en duelo el próximo Domingo tras la misa de once.
Illim sabia que su amado ni habría aceptado jamás ese duelo, había sido el padre de este quién hizo correr la voz, movido por el cólera y el odio de tantas generaciones. Sin embargo si Piteto acudía a luchar, Thor sería derrotado, siendo obligado a darse muerte. Y era su padre.
Si por el contrario Piteto perdia o no se presentaba, sería este quién muriera. Fuese como fuese resultaba trágico. Illim rompió a llorar.
Domingo se acercaba y todo el mundo conocía ya la noticia. Illim no salía de casa, vigilada por su padre, donde simplemente pasaba el tiempo rompiendo el azul de sus ojos en ríos que tortuosos caían sobre su cara hasta su pecho. Piteto intentó hablar con Thor y explicarle lo que sentía por su hija. Sin embargo Autum lo retuvo.
El dia señalado la plaza de la iglesia era un hervidero de hombres y mujeres. En el centro se veían dos gallos de pelea Thor y Piteto.
El campanario dió las doce, el bullicio de la plaza cesó. Thor se armó con un chuchillo grande y afilado, Piteto simplemente sacó pecho e intento gritar que amaba a Illim, pero su blanca camisa sangraba a la altura de su corazón.
Ella gritó cuando Thor atravesó el pecho de su amado, en la arena quedaba Piteto muerto sin oponer resistencia, sangrando, tiñendo el polvo con el rojo de su sangre, por la que juró amarla siempre.
Autum se avalanzó, Thor estaba preparado, pero Autum cayó sobre su hijo, deshaciendose en lágrimas, recordando esos dias en que veía a su hijo como el arma de la venganza contra Thor y su familia.
Thor, cuando la venda del odio destapó sus ojos vió el cuerpo del joven inerte. Autum a un lado y su hija Illim al otro llorándole.
No daba crédito a lo que había hecho, estaba confudo, perdido. Cayó de rodillas dejando caer amargas lágrimas.
Aquel dia Piteto murió con el corazón atravesado por un cuchillo. Sobre su cuerpo Illim lloró y lloró hasta convertirse toda ella en lágrimas, dulces por aquel amor perdido.
En el lugar donde el corazón de Piteto reposó por última vez se construyó una fuente, que se alimentó con las lágrimas de Illim quién se escurrió entre el polvo y las rocas convirtiendose en un manantial.
Pakus, 02.AGO.2001
Este texto lo he recuperado hoy de un cuaderno de viajes, no he querido corregirlo, aunque falta le hace, ni tampoco modificarlo. Se escribió de un plumazo, sentado ante un paisaje asturiano, sin pausas ni borradores. Es por ello que así he querido hacerlo llegar.
esther galan
28 diciembre 2009 at 17:33
Pues está muy bueno Paco, gracias por compartirlo