Recuerdo el dÃa en que mi abuelo me prestó su sombrero. Se trata de una prenda de hace 40 o 50 años fabricada en España, por los sevillanos de Industrias Sombrereras Españolas, como se puede leer en la badana de piel del mismo, en un fieltro de pelo corto de gran calidad.
Me encantaba la sobremesa con él, en ella resumÃa tanta sabidurÃa como años le habÃa costado reunirla. En aquel entonces no era consciente de cuanto aprenderÃa de sus anécdotas. Por suerte, muchos años después, todavÃa las recuerdo y, ahora si, las comprendo.
Aquel sábado, habÃa ido a comer a casa de mis abuelos. Por la tarde habÃa quedado con una chica a la que iba a conocer después de casi un año de amistad por correspondencia. Cientos de cartas habÃan ido de Piera a Valencia y viceversa. Aquel dÃa, después de habernos desvelado nuestras almas pondrÃamos cara a nuestros nombres.
Mi abuela planchó y reviso con minuciosidad mi ropa: camisa negra y pantalones tejanos desgastados, cinturón ancho de piel y zapatos enormes bien lustrados, la moda no perdona.
Cuando ya estaba a punto de marcharme, mi abuelo se levantó, cogió su sombrero y me lo colocó en la cabeza.
– Ningún hombre de bien sale de casa sin cubrir sus ideas. -dijo.
El encuentro con la chica darÃa para otra historia, quizás otro dÃa, en esta no tiene cabida. El caso es que cuando volvÃa a casa, con el sombrero entre las manos, me fijé que en su interior sobresalÃa un pequeño trozo de papel. Lo saqué, estaba manuscrito y pude leer una lista. Eran nombres, lugares y en algún caso acciones.
Maria, Cáceres, Guerra, Atreverse…
Pensé mucho en aquello, sin encontrar explicación alguna, aunque ahora me resulte tan obvia. Un fin de semana después devolvà el sombrero a mi abuelo, tras relatarle como habÃa ido mi encuentro con la representante valenciana, aproveché aquella mágica sobremesa para preguntarle sobre aquel papel. Sobre su significado.
– En la vida es inútil arrepentirse de lo que hacemos. -comenzó- Todas nuestras acciones moldean quienes somos. Nos vamos definiendo decisión a decisión. Sin embargo, muchas veces, mirando atrás en mi vida -agregó- tiendo a recriminarme aquello que no hice.
– Entonces la lista, ¿es? -pregunté.
– Son claves para recordar historias, momentos, decisiones que no tomé, que no me atrevà a vivir, que me han perseguido durante mucho tiempo. -respondió, mientras su mirada se perdÃa mucho más allá del techo que observaba.
Arrepentirse de aquello que no hacemos. Lo cierto es que entonces no entendà su respuesta. Hay miles de cosas que no probamos, que no decidimos, que dejamos pasar. Nos conformamos con lo que experimentamos, sin añadir lo que podrÃamos vivir.
Mi abuelo murió hace ya unos cuantos años. Poco después de cumplir los 90, con la misma vitalidad que siempre lo habÃa definido, se fue. Aún hoy se me humedecen los ojos al pensar en aquel triste dÃa. Pero él, que era un optimista consumado, me hubiera recordado que una jornada no puede empañar toda una vida.
Aquel dÃa, entré por última vez en la habitación en la que tanto habÃamos charlado, en la que tanto habÃa aprendido, en la que me habÃa formado… y, pasando entre familia y extraños, me calé el sombrero de fieltro de pelo corto y me despedà de mi abuelo sabiendo que no querÃa que se fuera.
Hoy, he visto el sombrero. Me ha recordado lo bella que es la vida, lo interesante, lo única. He recordado que de nada vale peregrinar por el pasado de nuestras decisiones tomadas, que somos lo que hemos pasado, lo que hemos acertado y lo que hemos superado cuando nos equivocamos. Soy muy feliz siendo quién soy, no lo cambiarÃa por ser otro.
Cumplo 38 años y mantengo una lista como la que mantenÃa mi abuelo, recoge las decisiones que no tomé, aquello que no hice. De hecho, el papel todavÃa seguÃa intacto cuando heredé su sombrero y decidà continuarlo.
Vivo cada dÃa de forma que esa lista no siga creciendo, de forma que no haya lugar para arrepentirme de lo que no hago. Porque es posible hacerlo, porque todo es posible.
Hoy, voy a seguir tomando las decisiones correctas, y también las incorrectas, rodeándome de la gente que me quiere, y queriendo a todos los que me rodeen. Hoy viviré al máximo… porque tal dÃa como hoy nacÃ… porque hoy sera uno de esos que no irán a la lista del sombrero de fieltro de mi abuelo.
Sed felices!
pakus
5 febrero 2015 at 21:27
Gracias Javier, viniendo de ti significa mucho.
Javier Otero
28 enero 2015 at 22:28
Excelente historia, amigo Paco. Nunca dejes de escribirlas…