Ayer, tras la insistencia de un amigo, a la par que director de proyecto, Jose, fuimos a su casa a comer. Jose hizo hace un tiempo un curso de comida japonesa, y esta es una de sus especialidades. Tanto a Tania como a mi nos encanta este tipo de comida, así que estuvimos encantado con la misma.
En la foto tenéis al cocinero, Jose, quién con la excusa de ver su nuevo piso nos preparó un auténtico festín de japonés. El menú completo fue: sushi (maki y nigiri), una ensalada de pepino con un alga llamada wakame, una ensalada de salmón macerado en sal y azúcar y una torta helada hecha por Tania. Yo me encargue del hacer unos pisco sours y la elección de un Ribeiro muy bueno.
Es decir que hicimos una mezcla japonesa-peruana bastante interesante. Tanto Tania como yo acabamos enrollando alguno de los maki y haciendo algún que otro nigiri. La verdad es que es una comida sencilla, pero llena de sabores y trabajo manual.
Después de comer tuvimos una agradable sobremesa que se alargó hasta las tantas. En dicha sobremesa Jose me habló de algo que no había oído nunca, o bloco.
Resulta que en los carnavales de Brasil, el los vivió en Salvador de Bahía, las escuelas de samba, cuando salen desfilando montan lo que se llama «bloco». Viene a ser el acompañamiento de los grandes camiones que transportan la música y la bebida por todo el desfile. Cada escuela lleva su música, normalmente grupos en directo, que amenizan la travesía.
El bloco, se reúne alrededor de estos camiones, esta delimitado por una cuerda, donde algunos vigilantes se encargan de que solo aquellos que lleven la camiseta oficial del bloco en cuestión puedan acceder.
Suena interesante, pues una vez comprada dicha camiseta, formas parte de la escuela, de la fiesta… en definitiva del bloco. Estas camisetas que brindan la participación suelen costar caras, incluso pueden ser compradas en Internet con meses de anterioridad.
Vamos, que la próxima vez que vaya a Brasil, no dudo en formar parte de un bloco.