El camino inconcluso…

Camina siempre por la izquierda – mi madre siempre me había recordado que debía caminar por ese lado de la carretera – así puedes ver quién viene de cara y no te sorprenderá – añadia para convencer,e de una manera irrefutable.

El camino discurría entre dos grande montañas, en un antiguo camino romano, que ahora se había convertido en una pequeña carretera comarcal, con mas hierba que coches.

El sol había llegado a su punto mas alto y todavía no se encontraba el castillo.

Siga ese camino amigo – me habían dicho – Esta cerca, no tiene perdida y hasta usted lo encontrará – me habían asegurado con cierto correcto desprecio.

Un puente, y debajo un rio… Será mejor parar a refrescarse, puesto que hace rato que la cantimplora esta vacía, yerma… El sonido de la agua en su infinito discurrir es una música incomparable. Un gran olmo da un poco de tregua con una sombra digna de una siesta…

No, no puedo perder más tiempo – me repito mentalmente para no dejarme convencer por la temperatura y la brisa, muy agradables a la orilla del rio.

Me agacho y bebo de ese agua ni sucía ni limpía, ni buena, ni mala… sólo agua. De pronto levanto mis ojos… ¡hay alguién! ¡Una mujer!

Pequeña, morena, de piel canela, amplias caderas y una faz decorada con un millón de pecas… nuestros ojos se cruzan, nos vemos, nos estudiamos…

Intento decirle algo, pero sus dedos delante de sus labios me hacen desistir – shhhhh – deja escapar el rosado tentador de su boca.

Cruzo el rio, ella me viene a buscar… Veinte y pocos, media melena, ojos de color miel, mirada dulce y tierna, manos pequeñas que se acercan a las mías… Sigue su cuerpo voluptuoso, su pecho erguido, su tez pintada también de pecas (¡quién pudiera contarlas todas!)…

Nuestras caras se acercan, no se que estoy haciendo, pero algo (o alguien) me empuja a acercarme, sin preguntas, sin hablar, casi temiendo respirar, por que todo aquello se rompa como un vaso de cristal contra el suelo…

Su mano derecha coge mi cara, mi pelo, roza mi oreja, me acerca a su boca, siento el aroma a jazmín que rezuma… Cada vez estamos más cerca, más cerca… ¿¡Me va a besar!?

Acerca su boca a mi oido derecho y me susurra – Soy yo, ya me has encontrado, compartamos juntos la eternidad…

Te quiero mucho pequeña… T'estimo molt petita

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