Si hay una ciencia que todavía esta por desarrollar esta es la del regalo. Regalos hay de muchos tipos.
Están los regalos inesperados, esos que te dan en el momento que menos te lo esperas y que suelen ir acompañados de una gran sorpresa, no en todo caso agradable: por ejemplo los anillos de compromiso durante una cena, aunque habiéndolo en tantas películas ya no resulta original, hasta cenando con amigos he pensado que uno de ellos acabaría sacando uno para mi.
También están los planificados, como los que recibes en Navidad cuando eres pequeño y has estado un mes recordando a tus padres que quieres recibir. Buscas cualquier excusa para sacar a la luz el hecho de que tu vida depende de recibir esa bicicleta en Navidad.
Los «lo doy todo» son esos regalos que no se meditan, no los buscas, sino que ellos te encuentran. Vienen en un sueño, mientras paseas, ves un escaparate u ojeas una revista y dices «Esto es para él/ella». Suelen pertenecer también a los inesperados.
«Mira todo lo que sé o mira todo lo que tengo»: son regalos sofisticados y que nada tienen que ver con la persona que los recibe. Por ejemplo, regalar una reliquia de libro de siglos atrás del que sabe mucho el regalador, a alguien que lo que le gusta es el deporte de riesgo. También hay regalos que tienen la intención de mostrar lo que se tiene. Sucede cuando se regala algo muy caro con el fin de demostrar el nivel económico que se posee, o algún producto de su finca o su bodega, para dar a conocer su territorio.
Otra categoría son los «Qué sea práctico»: los regalan normalmente personas que tienen un nudo sadomasoquista y que por tanto niegan el placer. Los regalos son para exclusivamente para cubrir necesidades: un pijama, un bolso de aseo, calcetines… vamos «algo útil».
Y no hay que olvidar los regalos «Atrapados en el tiempo»: No se si por hábito, por miedo a equivocarse, o por limitaciones de cualquier tipo, hay personas que toman la costumbre de regalar siempre lo mismo. «Todos los años mi tía Felipa me regala una colonia por mi cumpleaños». Es como en aquella película de Bill Murray.
Sea como sea, los regalos siempre agradan. Obviamente unos mas que otros, pero la ilusión al abrirlos, aunque esperemos la misma colonia ante la tía Felipa, es indescriptible. A mi, personalmente, me encantan los regalos envueltos, los que vienen en caja, como este regalo que recibí hoy. Precioso, inesperado, práctico, incalculable y, también, inagotable. ¡Sed regalados!
esther
7 noviembre 2010 at 3:57
el mejor de los regalos, linda:)
Gina
1 noviembre 2010 at 3:13
Y como hizo la preciosa y traviesa Naira para meterse en esa caja…que lindo regalo!!!
Uri
31 octubre 2010 at 19:48
Estí moníssima 🙂