Se despertó poco antes de que saliera el sol. Besó a la mujer que tenía junto a él, a sus dos hijas y salió de la pequeña casa de madera, intentando hacer el menor ruido posible. Fuera hacia frío, el sol perezoso estaba a punto de salir, se dirigió al embarcadero cercano. Este estaba cubierto de una fina capa blanca de hielo. Con cuidado subió a su barco y soltó amarras para hacerse a la mar.
Su pequeño velero se mecía en un mar tranquilo, el sol despuntaba ya en el horizonte, izó la mayor y la genova, «esquitx» recibia una ligera brisa de través, iba a ser un dia apacible y navegar en aquellas condiciones era un autentico placer para los sentidos.
Bordeando la costa llegó a una zona de acantilados, escarpados, amenazadores y peligrosos. Protectores de una gruta que se ocultaba entre las rocas. Cubierta por maleza, algún tronco caído y la disposición del propio acantilado que la albergaba.
Fondeó tan cerca de la costa como pudo. Largó el cabo del chinchorro, una pequeña barca de dos remos, cogió una linterna y un pequeño punzón metálico y embarcó en ella.
La entrada de la gruta era oscura, un sinfín de curvas y recovecos impedían que la luz iluminara mas alla de su entrada. Encendió la linterna y su tenue luz le mostró el camino que debía seguir. El agua era cada vez menos profunda, acabando finalmente en una pequeña playa cubierta dentro de la gruta. Bajó de la barca y la puso a salvo de alguna improbable ola.
Continuó a pie, el haz de luz enfocaba de vez en cuando las paredes, en ellas se leían palabras escritas sobre la roca: «inspiración (22)», «salud (97)», «determinación (34)», «saber (17)»… Era dificil saber si eran parte de un todo mas grande o solo se trataban de palabras azarosas.
Atravesó distintas estancias, todas ellas mostraban aquellas palabras en sus paredes. Estaban escritas sobre la roca, provenían de distintos trazos y caligrafías. De pronto paro a una amplia habitación redonda, iluminó las paredes que le rodeaban, había dos entradas opuestas. Al pasar la luz por las paredes se podían leer otras palabras escritas: «aventura (18)», «amistad (16)», «paciencia (32)», «cariño (12)», «perseverancia (45)», «amor (20)»…
Eran palabras inconexas, seguidas por un número que no denotaban ningún orden, escritas en distintas localizaciones, inclinaciones y formas, pero todas ellas escritas, sin duda, por el mismo trazo. Buscó una zona despejada, un trozo de piedra pulida, lisa y sin fallo.
Cogío el punzón, reflexionó un momento y escribió algo en la pared.
Entonces salió de la habitación por el mismo lugar que había entrado, recorrió el pequeó sendero y subió a su barca de remos para, de nuevo, llegar al velero. Iluminado por un sol calido, agradable y posado sobre el mar izó el ancla, la mayor y la genova y gobernó su «esquitx» de nuevo hasta casa.
Cuando se hubo ido, encendí entonces mi pequeña linterna y me dirigí donde mi padre, Paco, había estado. Iluminé la palabra que había escrito.
Y entonces lo entendí todo. Cada año mi padre hacía aquel ritual. Cada mañana de cada 28 de Enero, el día de su cumpleaños, desde que yo tenia uso de razón, salía en su barco y volvía al cabo de un rato.
La gruta estaba llena de palabras, todas ellas con un número detrás. Había varias estancias, donde con diferentes trazos y caligrafias había escritas mas palabras y números, seguramente de otras personas que como mi padre iban allí a escribir. Mi padre desde hacia varios años repetía la misma palabra, cambiando únicamente el número…
Volví a casa a bordo del cayak, con el que había seguido a mi padre. En el embarcadero me esperaban mi padre, mi madre y mi hermana…Â Subí, me abrace con mi padre y le pregunté al oído que significaban aquellas palabras.
– En aquella roca uno escribe lo más importante para un nuevo año de vida, su deseo más grande, su mayor miedo o su mas preciada posesión – dijo mi padre
La palabra que mi padre había escrito, desde el mismo año en que yo nací no era otra que «ellas». Nosotras, Tania, Naira y Vinyet. Sus mas preciados tesoros, lo mas importante de su vida. Le besé y una lágrima cayó sobre la superficie helada del embarcadero.
Losergi
2 febrero 2012 at 17:23
Sort que me l’he guardat per llegir-lo amb la tranquilitat i calma que li pertoca.. :’)
Com sempre.. m’ha encantat!!!
Abraí§ades..
Sergi
Pere
1 febrero 2012 at 8:41
Muy bueno hermano. La de pequeí±os rituales que quedan ocultos a la vista de todo el mundo, pero que tanto representan para quien los mantiene.
Un saludo!
Esther Novoa
30 enero 2012 at 9:56
Muchas gracias Paco!
Lo que más me gusta de tu cumple es el texto que nos regalas. Este es especialmente conmovedor.
Felicidades!
Un abrazo!
Judit
29 enero 2012 at 19:34
plas plas plas! Estas hecho un artista! felicidades!!
Javier Otero
29 enero 2012 at 19:07
Excelente historia… como ya es habitual cuando llega el 28/01 🙂
webminijuegos 10
28 enero 2012 at 16:43
Hola paco estupendo texto y sobretodo la foto es muy buena. Si no te gusta que te hagan SPAM puedes borrar el mensaje no pasa nada. Saludos desde Hostalets de pierola soy el jose. :)saludos.