Llegamos a Logroño sobre las 4 de la mañana, después de un apacible viaje en tren. La primera prueba del camino fue encontrar un lugar donde desayunar, donde echarnos un café. Resulta que Logroño, la ciudad de la Calle de Laurel, no tiene bares/cafés, que abran antes de las 9 de la mañana.
Siguiendo siempre el camino de las flechas amarillas, puesto que no se regala un metro, llegamos a las afueras de Logroño, a una gasolinera que oh Santiago!, estaba abierta. Unos cafés de máquina, unas pastas, algunas gominolas para el paseo de 29 kilómetros que nos esperaba y… listos para la acción. Son las 7 de la mañana.
Esta era una de las etapas mas largas de las que íbamos a realizar. El camino pasa por una zona arbolada y verdes cultivos, color que no nos abandonó en las próximas etapas. La salida de Logroño se realiza por un parque precioso llamado La Grajera, por el que se va discurriendo entre árboles y campos de hierba. Hay un pantano artificial, con patos, ocas y mucha, mucha agua.
Subiendo al Alto de la Grajera pudimos ver una imagen un tanto gore y dantesca, cientos de cruces de madera, realizada seguramente por otros peregrinos uniendo dos ramitas, palos o vides. La verdad es que resultó bastante alucinante.
Se recorre un buen trozo de forma paralela a la N-120, el sonido de los pájaros da paso a los camiones y los coches… Seguiremos así hasta Navarrete y de ahí siempre paralelos a la carretera, en dirección al Alto de San Antón.
La segunda prueba del camino se da en una zona en obras, donde han ido cambiando el trazado del camino, de forma que ahora vas haciendo «eses» contínuamente. Resultaría mucho más rápido y corto pasar por los campos de viñas. Obviamente, no lo hicímos.
Llegados al Alto de San Antón tomamos algo en un bar y seguímos la jornada hasta Nájera. El camino aqui es un remanso de paz y verdor. Nos sorprendimos de la cantidad de «pilgrims» que había en nuestro camino.
Cerca de las cuatro de la tarde llegamos al Albergue de Nájera. Un albergue inmenso, regentado por el Sr. Jesús, al lado de un río con márgenes de hierba ideales para tomar el sol. Los que llegamos primero (Albert y yo) procuramos lugar a los demás.
Las chicas hicieron huelga en las duchas, puesto que el agua salía fría, y paralizaron a todo el albergue para que esta se calentara. Minutos después tuvieron que abortar su huelga de teléfonos de ducha caídos, por las presiones de otras mujeres y acabaron duchándose con agua fría.
A remarcar el Mesón del Buen Yantar, (aqui) cerca de la iglesia, y donde nos ofrecieron un menú peregrino por 8.50 €, también puede escogerse un entrecot muy suculento por 3 € mas. Primera etapa completada.
La tarde, corta, la pasamos de sobremesa en el mesón. Unas partidillas de mus… introductorias para Albert y por último compramos unas pizzas y las comímos en el albergue.
Recuento de ampollas: Cero.